En las entrañas del coleccionismo español. ABC
Por Marta Carcelén Peñuela para ABC.
ARCO es, sin duda, el punto de encuentro de los coleccionistas españoles. Algunos, como Jaime Colsa, comenzaron su recorrido como tal en la feria: «La primera vez que decidí comprar una obra fue en 1988 en Ifema con tan solo 16 años». Otros, con más trayectoria como Jaime Sordo, dieron «pasos importantes» en su colección con la aparición del certamen. Y con esto, podría pensarse que la motivación principal que lleva a alguien a coleccionar arte contemporáneo es la fascinación hacia este. También que existe un incentivo económico o de inversión. Pero para la mayoría de estos amantes del arte el negocio queda en un segundo plano y el sentimiento va más allá de una simple afición.
De hecho, coleccionistas como Pilar Citoler se dedican a ello indistintamente de su ocupación: «El arte ha sido independiente de mi trabajo y me ha aproximado a algo más sensible, más próximo, más humano. Ha llenado gran parte de mi vida», y manifiesta que desde pequeña recopila todo tipo de propuestas por lo que su dedicación a esto «es algo innato».
Algo parecido le ocurre a Jaime Sordo. La atracción, emoción y el «cierto enamoramiento» hacia las obras artísticas hacen que su colección ascienda a 450 piezas. Los Bragales, que así se llama el conjunto, empezó su recorrido cuando el cántabro terminó sus estudios de ingeniería industrial: «Yo tenía un cierto poder adquisitivo y dentro de mis capacidades financieras no he parado de adquirir obra hasta día de hoy», comenta. Este compendio artístico está a punto de cumplir 50 años y con el paso del tiempo ha ido incorporando novedades, adaptándose y evolucionando y hoy está compuesto por pintura, fotografía, vídeo e instalaciones.
Sordo afirma que para «percibir qué artistas pueden dar categoría a la colección» ha tenido que «ver y leer mucho», y sigue haciéndolo. Además, la ha creado «recorriendo la Historia de la pintura contemporánea», y revela que, después de tantos años y tantas obras, «quien manda es el conjunto» y este «casi pega gritos pidiendo lo que le falta». El coleccionista ha apoyado el arte joven con la ‘Beca LabJoven Los Bragales’ durante seis años y en la última década, su repertorio se ha expuesto en diferentes salas, centros y museos de arte hasta en 86 ocasiones.
Sara Zaldívar es arquitecta y dirigente de la Fundación SZ, una entidad para el fomento de las artes visuales en España, con 40 obras contemporáneas. Cuenta que el motor principal por el que colecciona es «cien por cien la pasión por el arte», y que para ella es «una forma de vida». Se diagnostica lo que los filósofos llaman «Síndrome de Stendhal», lo cual quiere decir que, ante lo que ella considera bello, tiene «unos enormes brotes de deleite». Por eso el mundo del arte le aporta «mucha felicidad» y «unas ganas enormes de aprender, porque es tan extenso que es inabordable».
La madrileña habla del estudio previo que ella misma realiza sobre el artista y su trayectoria para hacer una adquisición, ya que es «algo sumamente reflexivo». De cara al futuro, Zaldívar quiere que su colección «siga creciendo y adaptándose a las nuevas tendencias» y se mantiene positiva con el crecimiento del coleccionismo en España, aunque «deberían hacerse mejoras en la fiscalidad y educación del arte» para que ocurriera «más rápido y, sobre todo, de forma más estable». Ella misma coordina NÚCLEO, su programa de residencias artísticas en Segovia.
En relación a la formación en el arte, Juan Manuel Elizalde, titular de la Colección Kells junto a su mujer, Choli Fuentes, apuesta por los «artistas jóvenes» en una serie que nunca ha llevado una línea a seguir y que cree que ver su evolución es «algo muy reconfortante». De acuerdo con esto, Bárbara de Rueda coincide: «Me parece vital que el arte esté metido en la educación». La vallisoletana es propietaria de la colección ACB y está inmersa en este mundo gracias a su marido, Alberto Corral, quien fue su fundador. Con más de 300 piezas en su poder, entre las que destacan algunas de Barceló, Picasso o Gordillo, sostiene que «existen coleccionistas que se pierden la parte bonita de comprar obras por fervor y compran por mera inversión, aunque son los menos».
Los artistas explican que suelen obtener tanto obra internacional como nacional, pero, Zaldívar matiza y comenta que al vivir en España está «más expuesta a artistas locales» y por ello tienen «más peso» en su colección que otras nacionalidades.
Un futuro ilusionante
De Rueda forma parte de la Asociación de Coleccionistas Privados 9915, que nace con los fines y objetivos de «impulsar la defensa de los derechos de estos agentes artísticos en el proceso de compra» y a la cual, según ella, «pertenecen cada vez más socios». Por eso, garantiza que «el coleccionismo español va avanzando a mejor» puesto que «está más profesionalizado y más a la luz que antes». Si bien, encuentra diferencia con los anglicanos en cuanto a que ellos «no tienen ningún problema en enseñar lo que tienen porque se lo han ganado, cosa que en este país no ocurre».
Para Jaime Sordo, director de dicha entidad, en lo que se refiere a España, comenta que existe muy poca participación: «Pertenecemos al 2% del coleccionismo mundial y al 18% del europeo». Pese a esto, matiza que «la realidad española se mantiene estable y últimamente está creciendo con la incorporación de coleccionistas jóvenes». Asimismo, «ARCO tiene cada vez más visitantes y más compras y que esta feria vaya creciendo hace que el coleccionismo lo haga en consecuencia», indica.
Jaime Colsa, que cuenta con una particular colección (algunas de sus obras son intervenciones en los camiones de su empresa), cree que estamos en un «buen momento» pues «existe una nueva corriente de coleccionistas jóvenes» en la que se incluye, manifestando que «no se trata de tener colecciones amplias o caras, sino de disfrutar del hecho de participar del circuito y tener actividad asistiendo a ferias, visitando galerías y, en definitiva, contribuyendo a que el mundo del arte avance». En ese sentido, «el futuro del coleccionismo pasa por acercar el arte a un público cada vez más amplio» y «es muy importante la labor de asociaciones como 9915, que están haciendo un trabajo excelente para agrupar a todos los coleccionistas y dar voz y visibilidad a un colectivo que antes no se sentía representado».
Nuevas tendencias
El coleccionismo de Colsa es definido por él mismo como un coleccionismo «atípico» en el que tiene una parte privada, que integra obras de artistas contemporáneos con los que comparte experiencias e incluso, amistad, y otra pública, que consta, a su vez, de dos proyectos distintos, Truck Art Project, una colección de 27 obras en las que 24 de ellas son camiones intervenidos y el resto son otros formatos como el vídeo o la música. Y PBX Creativa, que incluye una veintena de obras murales con la pretensión de revitalizar polígonos industriales y naves logísticas: «Son el resultado de sumar mi pasión por el arte contemporáneo con mi dedicación profesional al transporte y la logística», declara.
Se define como un coleccionista singular porque no almacena obras para su «contemplación personal», sino que pretende «llevarlas a la calle para que el máximo número de personas puedan disfrutarlas», y habla de «una labor de mecenazgo para satisfacer una necesidad cultural sin ningún tipo de rendimiento económico» con la que compartir el arte con «cuanta más gente mejor» y «despertar el interés en aquellos que todavía no lo han descubierto».
En referencia al proceso de adquisición de las piezas, Colsa coincide con la mayoría de los coleccionistas en que tanto las galerías como las distintas ferias son las principales vías para ello, aunque a veces, según Sordo, también ha podido obtener alguna en subastas o intercambios. Paralelamente, se suele obtener obra nacional e internacional: «Estoy pendiente de las tendencias visitando los distintos certámenes tanto españoles como de fuera», comenta Colsa, y expone que a la hora de comprar se guía por impulsos adquiriendo obras que le emocionen.