Café Racer Dreams, el fabricante español de motos a medida que enamoró a Beckham. ESQUIRE
Por Ana Pérez para Esquire.
Su nombre es Jaime Colsa y su ocupación oficial, la de dirigir una empresa de transporte de mercancías por carretera, de su propiedad. Su oficina central en Madrid, es una de esas ‘colmenas’ en las que enormes camiones cargan a diario. Pero nada más llegar, algo indica que no es una empresa de transportes al uso; un mural gigante de Okuda San Miguel con los rostros de Charlot, Mahatma Gandhi y Dalí, con sus característicos colores, preside la fachada principal. La valla se abre frente a mí y enseguida veo a Colsa, que me indica que aparque en cualquier sitio. Nada más bajar del coche, veo una puerta blanca de garaje, entreabierta y tras ella se vislumbra alguna moto, pero nada de la grasa típica de un taller de motos al uso: Se trata del showroom de CRD (Café Racer Dreams): Carteles retro en las paredes, un luminoso, una mesa de madera y una docena de motos de exposición. “El taller lo tenemos en Alcalá de Henares, donde está Marcos Castro, nuestro jefe de mecánica y donde se ensamblan las motos, y aquí es donde traemos a nuestros clientes, para que vean lo que hacemos y nos cuenten qué es lo que tienen en mente”, explica Colsa. Y es que cada CRD es una pieza única. Son creaciones concebidas por los expertos de la marca, en colaboración con el cliente. Así que el resultado son obras de arte, en las que se mima cada detalle. Todo el proceso es artesanal y a medida, pero también, cada pieza, pasa sus propios protocolos de calidad, como las motos industriales o en serie y lo hace en tres momentos distintos del proceso: durante la compra de la moto base, antes del ensamblado de las piezas y en la prueba final.
El proceso es artesanal pero también, cada pieza, pasa sus propios protocolos de calidad
La mayoría de las motos base, con las que trabajan en CRD, son el modelo R de BMW, porque aseguran “son la mejor línea de motos construidas por esta marca en los años 70 y 90”. Desde luego, se trata de unas motos muy cotizadas en el mercado de segunda mano, por su precioso diseño y por una robustez, muy difícil de encontrar en motos más modernas. Después y con el cliente siempre de la mano, se diseña una moto a medida, con piezas clásicas restauradas o exclusivamente encargadas por CRD y hechas ad hoc para una moto determinada. Así, si te fijas en una CRD descubrirás detalles en cuero que adornan el cubre depósitos o sillines hechos a medida del cliente, cuyas puntadas parecen hechas a conciencia. Algo de lo que presume Colsa en los once años de vida de la marca, y no es para menos, es de que sus motos tienen tanto una historia detrás, la que tenía antes de llegar hasta ellos, como otra, que ‘tejerá’ el nuevo dueño con la ayuda de CRD. De hecho, desde que hemos entrado no ha parado de contarnos las historias de las que están allí expuestas. “Esa de ahí es un homenaje a la del Dakar de tal año, aquella la vio tal presentador de televisión y se quedó enamorado…»
Para ilustrar el grado de participación de los clientes, Colsa me cuenta el caso de otro propietario de una de sus motos, el ciclista australiano Simon Gerrans (ganador de etapa en las tres grandes): “Quería una CRD monoplaza en la que, ocasionalmente, pudiera llevar a su hijo. Ese deseo le animó a viajar hasta España para diseñar una moto que cumpliera con este requisito y, al mismo tiempo, se adaptara a sus gustos y preferencias. Como consecuencia de aquello, en CRD creamos en exclusiva una pieza que se añadiera con facilidad a su moto, permitiéndole compartir con su hijo esta pasión. Esa parte del trabajo, la que consiste en hacer realidad los sueños de los demás, es la verdadera diferencia de CRD y, sin duda, lo que más nos satisface», comenta Colsa.
Y esa forma de trabajo, les ha llevado a que la mayoría de sus clientes les buscan a ellos expresamente, porque se han enamorado de alguna CRD que han visto en redes, a un vecino… “Las situaciones más divertidas y sorprendentes que hemos vivido en CRD están relacionadas con la procedencia de nuestros clientes y con su irrefrenable deseo de adquirir una de nuestras motos”, asegura Jaime, que se siente especialmente orgulloso de uno de estos amantes de sus motos: el futbolista David Beckham. «Pidió explícitamente una CRD para grabar un cortometraje publicitario de Biotherm. Él quería salir montado en una de nuestras motos así que, atendiendo a su solicitud, trasladamos dos modelos a Inglaterra para que eligiera la que más le gustaba. Además, aparecer en ese anuncio nos alegró mucho, no solo porque estuviera protagonizado por una figura con tanta proyección internacional como Beckham, sino también porque la pieza estaba firmada por Anthony Mandler, uno de los directores de videos musicales más cotizados, que ha trabajado para artistas como Lana del Rey o Rihanna y para marcas como Samsung o Nike, lo que suponía una gran visibilidad para nuestras motos ”, explica entusiasmado.
Esta colaboración tan importante, les dio tal relevancia a nivel internacional, que a partir de entonces empezaron a enviar motos a todo el mundo, desde Hong Kong hasta Emiratos Árabes o Qatar. Tanto, que en 2021 deciden abrir delegaciones en Norteamérica y Oriente Medio. Porque ¿cuál es el sitio al que ha sido más complejo enviar una moto?, le pregunto. “Quizá lo más complicado que hemos hecho ha sido enviar una de nuestras CRD a un cliente que vive en Vladivostok, nada menos que en el lejano oriente ruso. Al final lo logramos, pero el proceso no fue, precisamente, un camino de rosas”, asegura. Cuando ya casi me iba me doy de bruces con un Porsche 911, seguramente de los 90, en cuyo capó hay lo que parece un Felipe Pantone (de nuevo arte urbano). ¿Esto es lo que creo?, le pregunto. A lo que con una media sonrisa me contesta: ¿Conoces a Felipe? Se ha hecho muy famoso desde que pintó el coche de Fernando Alonso (Alpine le pidió que hiciera su interpretación del F1 del asturiano), pero este lo hizo mucho antes”. Así que no me puedo ir sin averiguar qué relación tiene Colsa con el arte urbano. “Tengo una amplia colección, una de las más grandes de España, porque es otra de mis pasiones», confiesa. De hecho, de camino a la calle, me cruzo de bruces con otro mural, esta vez en el interior de una nave, y con otro en el ascensor que da acceso a la oficina. Pero esta es otra historia…