Cafe Racer DreamsMediosTruck Art Project

«El hombre que dejó que le pintasen su Porsche (y lo moló todo)». GQ

Por Juan Claudio Matossian

“Por amor al arte” es una expresión sobreutilizada y francamente desvirtuada por el mal uso que se hace de ella. Si cultivas una disciplina artística para que el inexorable paso del tiempo se te haga más llevadero, lo haces por amor a ti mismo, no a la disciplina en sí. Amar el arte significa poner todo tu empeño en crear plataformas para difundirlo y que no caiga en el olvido, en financiar proyectos o apoyar a artistas (emergentes o consolidados) en un país en el que el mecenazgo es un esfuerzo titánico y todavía tristemente mal recompensando.

Por eso hay que aplaudir cada vez que un emprendedor español se lanza al complicado ruedo de la filantropía artística, sobre todo si lo hace con visos de aportar algo completamente nuevo. Ese es el caso de Jaime Colsa (Cantabria, 1972), un empresario que tras curtirse en multinacionales como la estadounidense UPS, fundó en 2012 Palibex, su propia empresa de transporte urgente de mercancías, que ya se ha consolidado plenamente en el sector pese a haber echado a andar en plena crisis económica.

Colsa, amante del arte desde su más tierna infancia, utilizó su éxito para promover las obras de artistas de una manera tan dinámica que ninguna galería del mundo podría emularlo: poniéndolas sobre ruedas. Aprovechó su propia flota de camiones y camionetas para “personalizar” sus cajas con murales artísticos gigantescos; y no de artistas cualquiera, sino de figuras como Sergio y Nuria Mora, Marina Vargas, Felipe Pantone, Okuda, Javier Arce o Abraham Lacalle.

«Es una propuesta muy sencilla, pero me parecía que podía ser estimulante ver por la ciudad un medio de transporte con una explosión en la caja», dice Lacalle. «La obra se convierte así en una especie de recordatorio balsámico de ese fantasma amenazador de una agresión no esperada».

El proyecto filántropico se denomina Truck Art Project y en él han participado casi una treintena de artistas que se vieron ante el desafío de trabajar en una escala y con unos requerimientos a los que no estaban acostumbrados, pero sabiendo que sus creaciones iban a ser contempladas incluso por gente que jamás pisa un museo o que vive en ambientes rurales, ya que todos los camiones utilizados continúan luego desarrollando sus rutas habituales por toda la península.

La iniciativa cuenta con un comisario de arte contemporáneo (Fer Francés, director del CACMálaga) y otro de arte urbano (Óscar Sanz, de la agencia Ink And Movement), para que este último también tenga cabida. Y en el futuro el objetivo es que el programa se vuelva multidisciplinar, integrando fotografía, música e incluso cine.

No contento sólo con ello, Colsa también fundó Café Racer Dreams, un proyecto paralelo para restaurar motos y coches clásicos (sobre todo BMWs y Porsches, respectivamente) y luego invitar a algunos de los artistas que participan en Truck Art Project para que pongan su “toque” en los depósitos y capós.

Puedes admirar más en profundidad el fruto del esfuerzo de Colsa en esta galería. Y si quieres conocer mejor las motivaciones de este auténtico mecenas del siglo XXI, lee la entrevista que le hicimos a continuación:

¿Cómo empezó tu relación con el arte y cómo se te ocurrió fusionar el arte contemporáneo con el mundo del motor? ¿Querías revolucionar el arte urbano convirtiéndolo en algo móvil?

Soy aficionado al mundo del arte desde la infancia y todos los años visitaba ARCO. A los 14 años empecé a colaborar con mi profesor de dibujo del instituto, el pintor José Cataluña, haciendo fotos y catálogos para una galería de arte que tenía en Santander y, dos años después, a los 16, adquirí mi primera obra en la edición de ARCO de 1988. Era una serigrafía sobre lienzo que solo me costó 10.000 de las antiguas pesetas, pero que recuerdo con especial cariño porque marcó el principio de mi afición por el coleccionismo. La idea de fusionar el arte contemporáneo con el mundo del motor ha sido una evolución natural porque se trata de dos de mis grandes pasiones.

Además, mezcla mi afición con mi profesión ya que he dedicado mi vida profesional al sector del transporte y la logística, primero trabajando para grandes multinacionales en países como Alemania, Francia o Inglaterra y ahora con un proyecto empresarial propio, Palibex. Es verdad que con Truck Art Project buscábamos revolucionar el mundo del arte, pero no para convertirlo en móvil, sino para sacarlo a la calle –no solo el arte urbano sino el contemporáneo en general– para hacerlo más accesible al público.

El primer camión lo pintó Okuda. En 2013 este artista había decorado uno de los de los muros de la sede de mi empresa, Palibex, para apoyar a la Fundación Movember, una causa internacional con la que estoy muy implicado tanto a nivel personal como desde la empresa y, al terminar la obra, nos gustó tanto el resultado que le pregunté si se atrevería a pintar uno de nuestros camiones. Se puso manos a la obra y ese fue el origen de una colección que hoy cuenta con 27 obras de artistas de reconocido prestigio.

¿Cómo convenciste a artistas de primer nivel como Abraham Lacalle o Marina Vargas para que se unieran al proyecto? Cómo les presentaste la propuesta?

Fue gracias a Fer Francés, comisario del proyecto. Se lo propusimos con mucha ilusión pero de forma espontánea, cenando juntos y entre risas. Suelo contactar personalmente con los artistas que se unen al proyecto porque son personas interesantes y creativas. Me documento sobre su trabajo y me gusta conocer las experiencias que viven mientras crean las obras. La suerte que tenemos es que a todos los artistas que han participado hasta el momento en Truck Art Project les ha atraído el reto de pintar un camión porque representa para ellos un desafío, no solo por las dimensiones de la obra sino también porque va a ser contemplada en movimiento y en un entorno tan poco habitual para el arte como es la carretera.

¿Vuestras creaciones pueden tener sitio en grandes ferias artísticas? ¿Te planteas ganar dinero con ellas?

Por supuesto que una colección como Truck Art Project tiene un hueco en las ferias de arte. De hecho, el proyecto se presentó por primera vez y de forma oficial en la edición de 2016 de ARCOMadrid, de la mano de su director, Carlos Urroz. Últimamente hemos estado en otras ferias como Urvanity, Arte Santander o la Feria Marte de Castellón, lo que nos demuestra que existe un interés real por la colección. La venta de las obras no es posible ya que se trata de un proyecto filantrópico que responde al deseo de llevar el arte a la calle. En ningún momento hemos pretendido conseguir un rendimiento económico sino desarrollar una labor de mecenazgo y satisfacer una necesidad cultural. Además, son obras de carácter efímero que están concebidas para ser contempladas en calles y carreteras. Dicho de otro modo, antes de tener una colección enjaulada, preferimos soltar los pájaros para poder avistarlos.

 

¿Cómo surgió la idea de Café Race Dreams?

Desde el año 2010, a través de Café Racer Dreams, estamos restaurando motos clásicas para convertirlas en piezas exclusivas con un estilo propio y único. Todos los talleres que se dedican a customizar este tipo de motos lo hacen de forma artesanal, pero nosotros, además, contamos con la participación de artistas de primera fila que diseñan los depósitos y las transforman en auténticas obras de arte.