MediosTruck Art Project

Jaime Colsa, el CEO que convierte camiones en obras de arte. VANITY FAIR

Arte / Empresario / Mecenas y motero

MAYKA PANIAGUA para Vanity Fair| 22/09/2017

Jaime Colsa no es un empresario al uso. Tampoco es artista. Lo fácil sería decir que es ‘un artista de los negocios’. Su paleta tiene una pizca de innovación, revolución, aventura e incoformismo. Su triple salto mortal se llama Palibex, Truck Art Project y Cafe Race Dreams. Dos de ellos ya han logrado reconocimiento internacional. Vayamos por partes.

Cántabro, 45 años, padre de una niña y un niño, ingeniero industrial de formación, viajero profesional, pasó por cuatro multinacionales como la británica Salvesen, la americana UPS, la alemana DB Schenker y la británica Palletways, antes de bajarse de su trepidante tren de vida y emprender su propia aventura creando Palibex en el madrileño polígono de Villaverde. Corría 2012 y la empresa encontró su hueco gracias a una mezcla de ingredientes que él ha sabido mezclar en una combinación de éxito. «Transportamos mercancías en palets. Palibex es una empresa española que ha sabido dar el toque moderno en un sector (el de transporte de mercancías) muy antiguo y en el que hay poca competencia. Tuvimos la oportunidad, la aprovechamos y le sumamos un poco de innovación», explica.

COPIAR DE OTROS SECTORES

Ya se ha apuntado varios tantos. Es el único que lo hace de forma urgente copiando el modelo de la paquetería y su proyecto ha sido incluido por el Financial Times entre las 1.000 empresas que más rápido crecen. Su gran secreto, su santo grial, es ‘copiar’ lo que otros ya han implantado con éxito. De cada empresa en la que ha trabajado se ha llevado alguna idea (la más sustanciosa o interesante) y no ha tardado en implantarla. “Estoy todo el día copiando, pero no de la competencia que es lo que hace todo el mundo. Cojo ideas que ya han funcionado en sectores más avanzados que el transporte”, explica.

Colsa habla seguro, sabe lo que quiere decir, coloca titulares, controla la conversación y no tiene reparos en explicarlo largo y tendido al teléfono mientras regresa en su coche a Santander para pasar el fin de de semana con su familia. Así todas las semanas. De lunes a viernes trabaja en Madrid. De viernes a domingo vuelve a su hogar. Y esta pasión con la que habla no es más que una fe ferviente en el particular universo que crea y en el que no existen los corsés. ¿Han visto el Instagram de algún CEO que se disfrace o que salte por encima de los palés? Colsa lo hace.

Una de esas ideas de éxito que ha copiado es llenar su empresa de ‘trabajadores felices’ (por simplificar la idea). “Si hay buen ambiente, si están contentos, todos estamos en la misma onda y fluye mejor el trabajo”, afirma. No es un farol, ni una promesa política. En su empresa los trabajadores concilian, disponen de ‘salarios dignos’ (un 30% más de lo establecido en el convenio), formación, teletrabajo, ventajas sociales, guarderías, un entorno amable y chulo y visitas a museos…Sí, han leído bien. “Yo no les llevo al fútbol: les llevo a ver museos”, aclara. Alguno de sus empleados ya le ha pedido una visita futbolera o a un karting de coches, pero él quiere proporcionarles acceso al arte. Algo a lo que no tienen acceso. “El arte hace mejor a la gente”, añade.

EL CEO ARTISTA

Pero hay una razón más. Si hay algo que está en el ADN de Jaime Colsa es el arte. A los 16 años ya tenía su primera obra de arte. “Yo ayudaba a mi profesor de dibujo en el instituto. Él tenía una galería de arte en Santander y yo le hacía fotos de las obras para las exposiciones, le ayudaba con mi ordenador”, recuerda. Su primera obra fue una litografía de un artista vasco que no tiene más valor que el sentimental, pero sí recuerda entre sus primeras y principales adquisiciones una obra del pintor José Cataluña.

Esta afición le llevó primero a vestir las paredes de la empresa con algunas de sus piezas y luego a pintar la fachada principal con un mural de Okuda, el artista urbano cántabro del que es amigo y un gran coleccionista. “Pensamos que era una pena que aquella obra de arte no la viera todo el mundo y se nos ocurrió pintar los camiones por artistas. Todo pasó de una forma muy natural”, explica orgulloso. Se les ocurrió en noviembre de 2013, arrancó en 2015 y se presentó oficialmente en 2016. El proyecto se llama Truck Art Proyect.

No le gusta que digan que decora estos vehículos. “No estamos decorando camiones. Sacamos el arte a la calle. Son obras de arte inéditas y exclusivas”, afirma. En esta tarea le ayudan como comisarios Oscar Sanz y Fer Francés “Ellos me proponen nuevos artistas y ponen cierta coherencia”, explica. En su colección sobre ruedas ya han puesto su sello Marina Vargas, Abraham Lacalle, Ana Barriga, Javier Arce, entre otros. “Para ellos supone un gran reto pintar fuera de su estudio, en un lienzo de estas dimensiones, al aire libre, pensando en una obra de arte en movimiento…es algo que nunca habían hecho”. Ya han pintado 30 y habla de unos cien, pero el proyecto de arte urbano no tiene fronteras. Tampoco las hay en su mente. Ha logrado presentar sus obras de arte, sus camiones, en la anterior edición de Arco, la meca del arte. No será la última vez.

PORCHES Y MOTOS TUNEADAS

Hasta aquí el Colsa que viste traje de negocios. Otro capítulo en su biografía de vaqueros, zapatillas y camisetas son sus otras obras de arte: los coches y las motos. Decidió seguir adelante con Café Race Dreams, un taller mítico entre los moteros más cool que tunea Porches clásicos y motos, cuando sus socios quisieron cambiar de rumbo y dedicarse a otros proyectos. “No gano un duro con ello”, afirma. Comprensible. Colsa es su cliente más atrevido. Decora los depósitos de sus motos o el capó de su coche por artistas como Okuda.

Este es casi su único capricho en un empresario que no vive en mansiones ni tiene yates. El taller le permite, además, trabajar con sus “juguetes”. Conduce un Audi de empresa, pero sus preciadas posesiones son un Porche 911 clásico rojo y una BMW de hace treinta años que son auténticas obras de arte.

No piensen que es todo. Colsa ha producido algún disco con Menai o Nacho Mastretta y ha hecho alguna incursión en algún que otro cortometraje. El empresario es un mecenas moderno. “Me gusta relacionarme con ellos, les ayudo en alguna tontería, consigo cosas para que ellos saquen adelante sus proyectos y produzcan arte”, insiste. En su mente ya bullen otros dos futuros proyectos editoriales. Como él dice, un hombre no envejece cuando se le arruga la piel sino cuando se le arrugan los sueños.