La empresa de camiones que trata a sus empleados como las tecnológicas de Silicon Valley. YOROKOBU
ISABEL GARZO para Yorokobu | 28/11/2017
«Quiero que mis empleados sean la envidia en sus cenas familiares o reuniones de amigos. Que presuman como lo hace alguien que trabaja en Google». Quien habla es el empresario Jaime Colsa. Pero su empresa, Palibex, no está en Silicon Valley, sino en un polígono industrial en Villaverde (Madrid). ¿Cómo consigue una empresa de logística que sus trabajadores tengan arraigado ese sentimiento de orgullo por la pertenencia al grupo?
Lo primero y más importante de todo, pagan un sueldo más que digno, que Colsa estima en un 30% más de lo que fija el convenio. Sin esto, el resto de acciones sería en vano. «No por pagar más la gente es feliz, pero hay que empezar por ahí. Estamos en un país donde el sueldo mínimo son 655 euros. Eso es cercano a la esclavitud. Con ese dinero no se puede vivir» afirma, tajante; orgulloso de que un empleado que en otras empresas de su sector cobra 900 euros cobre unos 1.300 en la suya.
Aparte, pagan gimnasio, masajista, un comedor que podría ser la envidia de muchas start-ups llenas de gente joven y creativa, una zona para dormir la siesta, nutricionistas y muchas otras comodidades e iniciativas «que tendrían que tener todas las empresas». Admite que «copian mucho», pero no a las empresas de su sector sino a las otras como las tecnológicas. En otras de sus acciones, por ejemplo, los empleados de Palibex han elegido una fragancia de forma colaborativa y han participado en un tráiler que se ha emitido en el festival de San Sebastián. «Intentamos que sea un entorno de amistad. El propio grupo cuida del resto de integrantes del grupo».
Quizá lo más importante sea que la empresa ayuda «a todos los que tengan algún problema». Desde una operación de un familiar que no se pueden costear hasta un imprevisto cotidiano como que se les estropee la lavadora. «Nuestros carretilleros o administrativos tienen exactamente el mismo seguro médico que tenemos mi familia y yo», asegura, incidiendo en que eso puede ser más frecuente en otros sectores pero no en el suyo.
Una buena forma de medir la felicidad de los empleados de una compañía es fijarse en su rotación. En Palibex es muy baja. Los que están más de seis meses con ellos se quedan como fijos. En estos años no han despedido ni a una sola persona (solo ha habido dos contratos no renovados), lo que Jaime Colsa achaca a «un buen proceso de selección».
A Colsa no le gusta el tópico de tratar bien a los empleados para que rindan más. «Es cierto que rinden mejor pero sobre todo rinden diferente, se entregan más. Eso no quiere decir que sea más rentable. Nos gastamos más en esas medidas que el incremento que supone su efecto». Y aun así las ponen en marcha porque están convencidos de que, tras una época en la que los accionistas estaban en el centro de la empresa y tras los tiempos de «el cliente siempre tiene la razón», se ha llegado a un momento en el que «el principal stakeholder o grupo de poder de la empresa son los empleados».
Aunque está generando un entorno mejor para un grupo de personas, admite que hay «algo de egoísmo» en ello: «la felicidad que tenga mi equipo es la que me volverá a mí». Otro beneficio que recibe es la tranquilidad de estar haciendo las cosas «por los motivos correctos», concepto que tomó del conferenciante Simon Sinek.
Una galería de arte sobre ruedas
Hay algo más que provoca el orgullo de los empleados de Palibex. Su lugar de trabajo no es un edificio gris en un polígono industrial. Los conductores no viajan en camiones anodinos. Todos ellos están rodeados de arte.
Con catorce años, Jaime Colsa comenzó su relación con el mundo del coleccionismo. Su profesor de dibujo tenía una galería y él le ayudaba con tareas de promoción y cartelería. Ya entonces comenzó a coleccionar obras que le regalaban o que intercambiaba.
Su formación de ingeniero industrial lo llevó a un sector alejado del arte, pero él supo relacionarlo con su pasión. Tras trabajar en varias multinacionales del sector logístico en Francia, Alemania, Italia y Francia, en 2012 fundó su empresa Palibex, especializada en distribución exprés de mercancía paletizada. En cristiano, lo que hacen MRW o Seur, pero con palés.
Supo detectar un cambio de tendencia en el sector y aprovechar esa oportunidad para ofrecer un servicio que hasta el momento solo ofertaban en España dos multinacionales inglesas. Esa visión empresarial ha hecho que en cinco años haya pasado de tener 15 empleados a tener 600, y que el Financial Times les haya incluido en el listado de pymes con mayor crecimiento. Pero él no considera esa su mayor satisfacción empresarial.
La iniciativa de mecenazgo artístico Palibex Creativa nació un mes de noviembre. Jaime Colsa es uno de los impulsores de la Movember Foundation —que lucha contra el cáncer de próstata y otras enfermedades masculinas— en España y pidió al artista Okuda San Miguel que pintara un mural con esa temática en las instalaciones de Palibex en Villaverde (Madrid). Se llamó ‘Moevolution’ y representaba los bigotes más famosos de la historia. Después vinieron otros doce murales. «Creo que es la colección privada de arte urbano más grande de España», dice con orgullo. El polígono donde se encuentran las naves de Palibex cuenta ahora con las firmas de Ana Barriga, Suso33, Rosh 333, Daniel Muñoz, Felipe Pantone, Antonio Marest o Beusual.
Colsa espera que el proyecto no termine cuando se acabe el espacio: «se pueden reemplazar las obras, tapar y pintar, como pasa en la calle. El proyecto está vivo».
Un día, Jaime Colsa estaba hablando con el artista urbano Okuda sobre el inconveniente que suponía que la gente tuviera que desplazarse hasta allí para ver los murales cuando pasó ante ellos un camión blanco, aún sin rotular.
—¿No te gustaría pintar un camión? —le preguntó Colsa.
—Me fliparía —contestó él.
Así nació Truck Art Project. Colsa no quería que se viera como una iniciativa de marketing de Palibex, como «oportunismo grafitero para llamar la atención». Quería que fuera un proyecto artístico que traspasase las barreras de su empresa. Cualquier compañía logística está invitada a unirse de él, tanto bajo el paraguas de Truck Art Project como a través de iniciativas propias. Para desvincularlo de Palibex, decidió contar con dos comisarios: Óscar Sanz en arte urbano y Fer Francés en arte contemporáneo.
En lugar de ampliar su colección privada, este coleccionista ha decidido «financiar una colección de arte efímera y sin propietario», ya que puntualiza que las obras de los camiones no son de su propiedad y no puede comercializar con ellas. «Lo veo como un nuevo modo de galería».
La felicidad que tenga mi equipo es la que me volverá a mí
Ese «metro cuadrado» que Colsa intenta mejorar incidiendo en los que le rodean tiene ya unas dimensiones considerables. Es como un microclima o una microsociedad. «La vida es mucho más fácil rodeándose de gente feliz que de gente gris».